Armin es kinesiólogo de profesión, tiene 25 años y siempre ha estado vinculado al área social. Llegó a la Corporación CreArte en el 2009 para participar de las Colonias de Verano del proyecto Planeta Creativo en San Alfonso, Cajón del Maipo. En ese entonces estaba por entrar a la universidad y para no descuidar sus estudios, postergó su voluntariado en los Talleres CreArte hasta el 2012.
CreArte tiene un sello de servicio comunitario. Si bien hay varios tipos de voluntariados en la región, no todos te satisfacen a ti. Este mezclaba todo lo que me gustaba a mí: el arte, objetivos como la resiliencia, el autoestima. Ya lo había vivido en las colonias, pero necesitaba algo como eso pero que fuera durante el año.
Había seguido participando en las colonias de verano, pero después con la universidad no podía seguir con el desafío de los Talleres CreArte. Tenía que rendir bien en ambas y era un compromiso muy fuerte que sentí que no podía cumplir en ese momento.
La verdad es que en mi caso cuando estaba en la universidad, se me hacía mucho más difícil porque tenía que planificar los talleres, desarrollarlos y poder hacer un buen taller y además cumplir con las exigencias de la universidad, pero aún así era lo que me daba la energía para cumplir en la universidad y con mi familia y en esos años cuando me salí, lo extrañaba totalmente. Porque en esos años que me salí, no hice ningún voluntariado durante el año. Hice uno católico, pero en el verano…. Entonces me faltaba eso, sentía que me iba apagando. Estaba totalmente enfocado en la universidad y cuando salí dije basta. Salí en diciembre y enseguida me comuniqué con Ulis González, la coordinadora de Redes, para ver cuándo comenzaba la convocatoria de voluntarios para este año. Lo necesitaba, mi alma lo necesitaba.
Totalmente. CreArte me ha dado un millón de herramientas extraprofesionales como el trabajo en equipo, la organización, el liderazgo y el servicio comunitario en sí. Ha impactado totalmente de manera positiva en mi vida.
Uno suele tener como súper grabado en la cabeza cómo tiene que relacionarse con los niños y niñas de CreArte, pero en el fondo también te sirve a ti. Te vas nutriendo de toda esa energía, de toda esa preparación que la corporación te entrega. No sólo se lo entregas a los demás, sino que se queda en ti.
Me ha servido tanto para crecimiento personal como laboral.
Sí, y en eso me ha ayudado mucho también. Porque por ejemplo con los niños cuesta mucho que te pesquen y eso en la universidad nadie te lo enseña. Nadie te dice cómo engancharlos.
Vi una gran diferencia entre mis compañeros que les costaba un montón, se ponían nerviosos y en cambio yo ya había vivido esa experiencia. Ahí noté el cambio de lo que CreArte había hecho en mí: Yo llegaba con otra parada, sabía cómo conversar con ellos, cómo ganarme su confianza, cómo llegar a ellos de una manera más lúdica.
Sí, totalmente. Incluso con la gente con la que trabajo y no sólo los pacientes. Con mi profesión, me toca ver muchas personas que han sufrido un millón de cosas, que tienen millones de limitaciones físicas y tienden a hundirse por estas adversidades que se les presentan. Personas que se sienten vulnerados de muchas maneras, pierden su independencia y ahí más que nunca me siento como un tutor de resiliencia.
Es potente porque uno no se da cuenta, pero las personas con las que trabajo han sufrido tanto, no ven una escapatoria o una salida a la vida y ahí uno pone en acción todo lo que hemos aprendido acá.
Para mí ha sido un plus para saber cómo poder manejar ese tipo de situaciones con las personas.
Lo descubrí en marzo de este año, me metí a la página de la Cruz Roja y mandé el formulario con mi currículum, mi experiencia en voluntariados. Me preguntaron cuál fue el que más me había marcado y por qué: CreArte (se ríe).
Nos contaron que habían recibido como más de 80 postulaciones de Chile y tenían que seleccionar a 20 en Santiago y 20 en Linares. Pero en total eran sólo 5 de Santiago y 5 de Linares los que terminarían yendo a Alemania.
En la entrevista grupal teníamos que presentarnos como un elemento artístico, así que nos pasaron una caja con materiales artísticos y teníamos que crear algo que nos representara y teníamos que presentarnos como si fuésemos ese elemento. Muy CreArte (se ríe).
Hice el típico barquito que todos sabemos hacer, usé cartulina verde porque me gusta el verde. En la vela le puse unas hojitas de árbol porque me gusta la naturaleza y le hice unos dibujitos en el barco.
Les dije que ese barquito me representaba mucho en este minuto porque me sentía en una aventura sin saber bien el paradero y porque si es que voy contra la corriente, no pierdo mi norte. La hoja era full otoño y para mí representaba la renovación, ir cambiando, estar renovándome constantemente. Los dibujos representaban mi gusto por el arte, más allá de que no sea el mejor dibujando (se ríe).
Salí con la sensación de que no me había ido bien… En parte estaba con miedo porque era algo totalmente nuevo, otro continente, otra cultura y más encima los otros postulantes se veían muy capacitados, eran sociólogos, cientistas políticos, entre otros.
En la segunda etapa, me tocó la entrevista individual. Fui muy sincero. Les dije que no manejaba otros idiomas, pero que sí soy una persona que le gusta mucho aprender y que si me pongo ese objetivo, voy a dominar el idioma de la manera que sea. También creo que me jugó a favor el hecho de que mi fin principal era ir a servir, en cambio a los demás se les notaba más las ganas de turistear o vivir afuera un año.
Yo en verdad quiero ser un aporte desde lo que sé y creo que lo logré transmitir. Además que en la entrevista, recalqué mucho sobre lo que había aprendido en CreArte sobre la resiliencia. Sentía que para un voluntariado de este calibre tenía que ser alguien con experiencia.
Me preguntaron qué pasa si es que te sientes sólo allá, si te sientes triste o como muy aproblemado y en ese momento les dije:
«He sido tutor de resiliencia varios años y de manera indirecta lo he trabajado en mí también…siento que me he convertido en una persona resiliente y creo saber poder sobreponerme a todas las problemáticas que puedan surgir estando a miles de kilómetros de Chile»
El 24 de septiembre parto a Frieburg y me quedo un año. Me puede tocar trabajar en un hogar de adultos mayores o en una escuela de primera infancia.
En junio tuvimos nuestra primera capacitación. Vamos 10 chilenos en total y 15 mexicanos. Este programa en sí se llama Componentes Sur-Norte y agarra gente de América del Norte y del Sur, principalmente de Chile y México.
«Cuando vuelva de Alemania, vendré recargado para poder aportar mucho más en la corporación. Si se puede ser voluntario hasta los 29, hasta los 29 estaré acá. Totalmente».